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La cárcel una necesidad social (página 2)



Partes: 1, 2

Además se funda el Centro Penitenciario La
Reforma, empezándose a vislumbrar los importantes cambios
que sufriría la praxis
criminológico-penitenciaria en Costa Rica,
aspectos que se vieron favorecidos con la promulgación de
importantes leyes como la
"Ley de
Adaptación Social # 4762"
del 8 de mayo de 1971,
durante el gobierno de
Figueres Ferrer, en la que se establece que será la
institución responsable de la pena privativa de libertad, el
tratamiento del delincuente, la asesoría y la construcción de nuevos establecimientos
penitenciarios. La ley 4762 que creo la Dirección General de Adaptación
Social vino a constituir el nuevo marco jurídico
institucional de la ejecución de las reformas
penitenciarias, donde la finalidad de la sanción penal
pretendía la resocialización de los delincuentes,
se introdujo el concepto del
tratamiento para alcanzar el fin, dirigiendo la acción
terapéutica sobre la persona del
delincuente, correspondiéndole la custodia y el
tratamiento de los procesados y sentenciados, lo que
obligó al estado
costarricense a dotar a la institución de infraestructura
y personal
técnico para enfrentar el problema de la delincuencia.

Los militares conservaron sus atribuciones represivas en
el Ministerio de Seguridad
Pública, creado desde 1923 y ejercían la
administración y vigilancia de los centros penales,
San Lucas, Penitenciaría Central, Buen Pastor(
Cárcel de Mujeres, y Centros de Niños y
Adolescentes.
(Abarca, 2001:20). El fenómeno militar también se
constituyó en un obstáculo para la
consecusión de los objetivos del
programa de
defensa social, los cambios mencionados fueron introduciendo
dentro de las cárceles los primeros técnicos en los
que se denominaron servicios
educativos, así como los primeros trabajadores sociales y
abogados, quienes a inicios de los años 70 se convirtieron
en un cuerpo garante de los derechos humanos
de los presos.

La situación de la delincuencia nacional y
extranjera hacía necesario que se rompieran los esquemas
tradicionales que se venían aplicando en el tratamiento y
prevención de la delincuencia, por lo que en 1977 se emite
el reglamento del Centro Penitenciario La Reforma, donde se
establece el sistema
penitenciario progresivo, modelo que
procura el mejoramiento gradual de las condiciones de vida del
recluso, para su reintegración social por medio del
trabajo,
la
motivación y los deseos de cambio eran
necesarios para avanzar en las distintas etapas del sistema,
máxima seguridad, mediana cerrada, mediana abierta,
mínima seguridad, confianza limitada y amplia, a
través de un diagnóstico criminológico se
establecían las pautas del tratamiento de cada persona de
lo que dependía su propia reinserción
social, o sea vivir en libertad.

La evolución del sistema penitenciario hizo
posible la construcción y remodelación de los
centros penales, cambiando viejas cárceles y cuarteles por
edificios arquitectónicamente adaptados a la función
que se destinan: "lograr que la pena privativa de la libertad
se ejecute en condiciones más humanas, cumpliendo con
requisitos penitenciarios modernos",
es decir un concepto
más humanitario de la reclusión, como lo dispuesto
por las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos
de la O.N.U.

Muchas cárceles y comisarías van a formar
parte de un programa de regionalización que impulsó
el gobierno de Rodrigo Carazo (1978 –1982) lo que al unirse
a otra serie de reformas como la excarcelación más
flexible, cambio en el régimen de contraventores, multas a
pagos, juicios ejecutivos, no cárcel por deudas, una
relativa mayor agilidad en el proceso
Judicial, hicieron posible mantener una población de privados de libertad
institucionalmente manejable, evitando en parte el hacinamiento y
la marginación que sufrían las personas en la
antigua penitenciaría cuyo cierre, fue al igual que la
prohibición de los grilletes, el cepo, los varazos en la
espalda, para su época, un acontecimiento
humanístico en la búsqueda incesante de humanizar
la cárcel y el tratamiento de los delincuentes.

EL CIERRE DE LA PENITENCIARÍA
CENTRAL

La gestión
del C.S.D.S de 1956 a 1970 no logró abolir la
Penitenciaría Central, lo que siempre estuvo presente
dentro de los planes de los reformadores del sistema
penitenciario desde finales de los años cincuenta "porque
nunca se tuvo control de la
misma" (Abarca, 2001: 47)

Por años se denunció la existencia de
cuadros de inmundicia, promiscuidad, condiciones inhumanas y
degradantes, sodomía, enfermedades y plagas,
sarna, falta de agua, fugas
individuales y colectivas, tráfico de drogas, mala
alimentación, pero sobre todo la violencia
entre los prisioneros, homicidios,
agresiones, suicidios, enfrentamientos entre pandillas, y la
anarquía e indisciplina en general.

Esta situación prevaleció por años
y se dieron una serie de actos de violencia, con la
aparición de bandas peligrosas de asesinos como los
tristemente célebres "hijos del Diablo", "los nietos del
Diablo", "los escorpiones negros", que cometieron una serie de
asesinatos.

Transcurrieron varios años de motines e incendios,
hasta el gran motín de septiembre de 1979, que fue el que
promovió el cierre definitivo de esta gran verguenza
nacional, Universidad del
Mal o el hotel más barato de
Costa Rica, como lo señaló don Pepe Figueres
expresidente de la República. Todos estos hechos forman
parte de la historia
criminológico- penitenciaria de nuestro
país.

El cierre de la penitenciaría central se hizo
voluntad política el 20 de
diciembre de 1979 cuando el Presidente de la República
Rodrigo Carazo "dinamitó la pared del temido
pabellón oeste" (Abarca, 2001: 49), cerrándose este
centro penitenciario símbolo de la degradación
humana y de irrespeto total a los derechos humanos de los
privados de libertad o reos.

La Unidad de Admisión y Contraventores de San
Jose "San Sebastián"

Es importante estudiar el proceso de desarrollo de
la institución carcelaria en Costa Rica, su modelo de la
cárcel, la cárcel es un mundo aparte y en ella
encontramos los temas del control social, el castigo, el
tratamiento, los derechos humanos.

Las condiciones institucionales que originaron la
creación de la cárcel de San Sebastián como
una institución estatal para la atención y custodia de los presos sin
condena inspirada en los derechos humanos, se dan a partir de la
clausura definitiva de la Penitenciaría
Central.

La Unidad de Admisión y Contraventores de San
José, cárcel pública de varones, Centro de
Adaptación Social, o como se le conoce popularmente: San
Sebastián. El nombre no importa, es una cárcel y al
igual que en todos los países viene a constituirse en una
parte importante en la estructura del
control social (policía, tribunales, medios de
comunicación, educación, iglesia, entre
otros), por lo que juega un importante papel excluyendo a los
sujetos que transgreden las normas
sociales.

Este centro penitenciario corresponde al subsistema de
admisión contemplado originalmente en la estructura del
sistema penitenciario progresivo, su construcción se
inició a finales de la década de los setentas y se
encuentra ubicado en el cantón de San Sebastián en
terrenos que durante más de 100 años se destinaron
a la edificación y funcionamiento de instituciones
carcelarias, como el Reformatorio de menores Domingo Soldati, la
Cárcel de mujeres, (Abarca 2001: 57) y antes de San
Sebastián, la Guardia de Asistencia Rural.

La cárcel de San Sebastián se
inauguró el 3 de julio de 1981, como medida para evitar
los hechos de la antigua Penitenciaría Central, la
edificación conserva características propias del
sistema panóptico, el diseño
del penal pretendía evitar las fugas y rebeldías
organizadas por las bandas de delincuentes, facilitar la
vigilancia, acabar con el hacinamiento, la promiscuidad y el
ocio, evitar el ingreso, la fabricación y el comercio de
armas y
drogas.(Abarca 2001:60)

Se pretendía prevenir la violencia general, y
técnicamente se trabajó en la clasificación
e identificación de los prisioneros según su
condición jurídica y antecedentes, San
Sebastián era una fase más en la
consolidación de un nuevo régimen penitenciario
basado en el tratamiento y la rehabilitación progresiva
del inculpado.

No se pudo controlar la sobrepoblación, por lo
que el fenómeno de la sobrepoblación y hacinamiento
fue adquiriendo rasgos conflictivos y siempre ha constituido una
preocupación para las autoridades penitenciarias. Sin
embargo no fue sino hasta finales del año 2000, que la
Sala Cuarta de la Corte Suprema de Justicia
aprobó las resoluciones N°2000–07484 y 08537 del 7 de
septiembre en la que se ordenó se suspendiera el ingreso
de privados de libertad a la cárcel de San
Sebastián, resolviéndose así el problema de
manera temporal.( Abarca 2001:69).

El cierre de la Penitenciará en 1979, la
inauguración de San Sebastián en 1981, fue al igual
que la inauguración de San Lucas, en su tiempo
considerado como un acontecimiento humanístico, la
"peni" era un lugar lúgubre caracterizado por la
marginalidad,
el hacinamiento, los homicidios, la promiscuidad sexual, el
abandono social, el tráfico de drogas, la impunidad, la
degradación humana y la nueva cárcel
prometía terminar con estas lacras y vergüenzas
sociales, pero desgraciadamente no fue así.

El Centro Penitenciario de San Sebastián se fue
convirtiendo en una cárcel con variados acontecimientos de
violencia e inconformidad que tendían a desestabilizar la
seguridad física
y mental de los privados de libertad con cuadros de inseguridad y
tensión en la vida cotidiana del penal con importantes
cantidades de manifestaciones de indisciplina, peleas,
auto-agresiones, destrucción de los bienes de la
institución, decomisos de armas, drogas, hurtos y, robos,
violaciones, huelgas de hambre, y movimientos de
sublevación ante lo miserable y precario de sus
condiciones de vida. (Abarca 2001: 78)

Muchas medidas del proyecto original
fueron puestas en práctica a pesar de ser contrarias a los
derechos humanos, como lo fuéron la medida del corte de
pelo obligatorio al estilo San Sebastián y el baño
obligatorio al ingreso sin importar la hora, esto provocó
muchas críticas y tensiones en la población privada
de libertad (Abarca, 2001: 78)

Siempre se han presentado problemas de
limitados servicios técnicos, de seguridad, maltrato
físico, y otras anomalías. Por ejemplo, un trato
discriminatorio hacia los homosexuales encerrándolos en
una celda aparte popularmente conocida como "la jaula de las
locas", por su condición de desviados sexuales y evitar
que ocurrieran prácticas sexuales que pusieran en peligro
la salud de los
otros privados de libertad, sobre todo ante la amenaza del
virus del
sida.

Los estudios socio-demográficos, sociales y
culturales realizados por los profesionales de la
institución, demuestran que en su gran mayoría las
personas privadas de libertad provienen de zonas marginales donde
la falta de propiedad, la
marginación económica y cultural, hacen que se
expresen con mayor claridad las contradicciones sociales en
distintas formas sustitutivas de sobrevivencia, entre las que
destacan la desviación social y el delito, siendo
muy cierto el dicho de que: "NO HAY PODEROSOS EN LA
PRISIÓN"
(Zafaroni, Conferencia
Poder Judicial,
1989), sólo pobres hay lo que repercute en la cotidianidad
intramuros cuando se encuentran privados de libertad.

Es muy importante conocer las características
socioculturales de los privados y privadas de libertad ya que en
el contexto de nuestro país, las crisis
económicas han hecho, que los niveles de pobreza empeoren
para muchas personas que no han podido incorporarse como mano de
obra calificada en empleos estables y bien remunerados, sobre
todo "en nuestras ciudades donde se minan las posibilidades
reales de desarrollo para las personas de escasos recursos
económicos" (Menjivar,1989:30), situación que se
corrobora y se refleja en la condición social de los
privados y privadas de libertad.

En nuestras cárceles encontramos que se da un
encuentro entre distintos grupos delictivos
de nuestro país, tanto de la capital como
de las provincias, que se caracterizan por su falta de
educación y de capacitación para el trabajo, lo
que ha perjudicado notablemente su proceso de reproducción y subsistencia, tanto a nivel
individual como familiar, gente pobre, marginada,
situación que se refleja y extrapola cuando están
en la cárcel y que se manifiesta en la precariedad de la
vida, se encuentran algunos con medios
económicos, como extranjeros, o algún banquero
acusado de estafa, pero la gran mayoría de las personas
son pobres.

El espacio físico de la prisión en el
contexto nacional es limitado y opresivo del accionar individual.
La cárcel de San Sebástian es una forma de
agrupación social, un

micro-cosmos de personas que comparten un espacio fijo y
algunos bienes colectivos, con una serie de normas, funciones y
organización.

Está presente una estructura organizativa, que se
puede estudiar mediante la observación de los hechos concretos que
conforman la rutina diaria dentro de una comunidad
penitenciaria, donde se puede encontrar una serie de relaciones,
entre el proceso social y el espacio vital de donde surgen las
pautas que vienen a regir la
organización física y social de los grupos
humanos que habitan en la prisión.

La cotidianidad intramuros adquiere gran complejidad por
responder la naturaleza
humana a las condiciones ambientales, lo que le da a estos
contextos una particularidad social y cultural,
conceptuándose como un alojamiento colectivo, un
microcosmos social, donde se da una concentración espacial
de funciones, hábitat, recreación, trabajo, culto*. ( Existen
lugares donde se dan cultos de corte cristiano tanto
católicos como evangélicos, los domingos hay misa
en una capilla dentro del penal.)

Esta división del espacio, de acuerdo a su
función, ha transformado el contexto para crear una
especie de cultura
comunitaria donde las personas se adaptan al medio para
garantizar su funcionalidad, por intermedio de mecanismos
institucionales y otros de carácter auto-impuestos por
consenso social del grupo de
privados de libertad.

Desde 1985 se incorporó por medio de los
comités de internos a la población privada de
libertad, en la búsqueda de soluciones a
sus problemas, convirtiendose en espacios de intercambio y
dialogo muy
importante en la resolución alternativa de los conflictos que
surgen al interior de un presidio. Los comités se
convirtieron en una micro organización que surge por
iniciativa del personal técnico del Departamento de
Orientación, con el concurso de los de los reclusos de
diferentes secciones y constituyen una alternativa para promover
el cambio en las condiciones de vida en la prisión, con
una mejor comprensión de las ventajas de la
organización y de la autogestión como vía
para la solución de los apremiantes problemas de la vida
en prisión, en contraposición al motín, los
desórdenes, y las denuncias como medidas de protesta y de
presión
al cambio.

Surgieron otros comités con los miembros elegidos
democráticamente en asamblea de módulo o por sus
dotes de liderazgo
positivo y también se dieron otros mecanismos menos
participativos.(Ramírez,
Francisco:1989 Q.d.D.G).

Los comités se constituyeron en entes que
dirigían las actividades cotidianas supervisando el orden
y la disciplina,
además colaboraban en la compra de artículos de
aseo, el control y repartición de las camas, la
organización de actividades para recaudar fondos y mejorar
la planta físíca.

Por medio de ese trabajo se construyeron bibliotecas,
oficinas y establecieron reglamentaciones internas de manera auto
impuesta, para mejorar las pautas convivenciales. Se realizaron
importantes arreglos: pintura,
rotulación de módulos, remodelación de los
servicios sanitarios, y se crearon algunas fuentes
laborales, por ejemplo, de encargados de ventas,
encargados de aseo, bibliotecario, además de la compra de
uniformes y de artículos deportivos.

A partir de 1986 se dio el reconocimiento oficial de las
actividades de autogestión consolidándose el primer
grupo organizado que se llamó "Junta de Internos Unidos"
conformado con representantes de las diferentes secciones o
pabellones, que impulsaron la ejecución de una serie de
actividades que promovieron un cambio significativo en la
dinámica y en la vida cotidiana. (Abarca,
2001:89).

El trabajo dentro la prisión es un elemento para
lograr la disciplina y superar el ocio, con un fin
resocializador, al igual que la instrucción y la educación formal
utilizando el tiempo de reclusión en forma productiva y
además generando algún ingreso
económico.

Sin embargo, al 31 de mayo del 2001 sólo el 27%
de los privados de libertad realizaba alguna actividad
ocupacional, y encontramos los más variados empleos
desempeñados por los denominados cabos, cabos del patio,
de pesas, de cubículos, de aseo, del teléfono público, de la basura, de
ollas, de estañones, otros controlan y supervisan las
labores de los cabos, como los fiscales, de teléfono, de
la comida, de la basura. (Abarca,
2001: 93)

También se dan clases de instrucción
formal a la población prisionalizada y que es impartida
por personal del Ministerio de Educación Pública,
por los mismos privados de libertad o por algún
técnico de la institución. (Abarca
2001:95)

Dentro de la prisión el status está
vinculado al tipo de delito, la valentía o la pertenencia
a pandillas (cuadrillas), los valores y
la sexualidad
están alterados y se relacionan con la nueva realidad
comunitaria a la que el sujeto se ve enfrentado.

Con respecto al comercio de la droga desde
1982 se reporta en los registros
policiales el decomiso de cigarrillos de marihuana,
para 1990 se podía hablar de un imperio de la droga en el
interior del penal, con múltples formas de ingreso ilegal
de la droga.

Las sustancias entran en el penal para satisfacer el
consumo propio
de los adictos o como objetivo el
comercio, (Abarca. 2001: 98)

Esto genera una cadena de intermediarios y transacciones
que se pagan de diferentes formas, con dinero en
efectivo, a crédito, mediante las concesiones de
favores sexuales o cualquier otro tipo de servicio.

Los productos
entran en la forma más variada y mediante los medios
más insólitos y con artimañas cada vez
más elaboradas, los proveedores,
consumidores y traficantes modifican cada vez mejor sus patrones
de operación.

El incremento en el tráfico es notorio por
ejemplo en el año 2000, se decomisaron 6330, gramos de
marihuana, y 1560 gramos de cocaína,
estos decomisos constan en los libros de
actas del departamento de seguridad del Centro de San
Sebastián. (Abarca,2001:102).

Identidad y cotidianidad dentro de la
prisión.

La investigación sobre la cotidianidad en la
prisión enriquecerá los conocimientos sobre la
cultura de la cárcel, lo que permitirá revertirlos
en el mejoramiento de la praxis
Criminológico-penitenciaria en campos como la
humanización del medio intramuros, y en la búsqueda
de alternativas operacionalizables para promover el desarrollo
personal del privado de libertad, tanto dentro como fuera de
la prisión, promoviendo medidas para la profilaxis del
crimen y de las conductas desviadas con otras instituciones
involucradas en la prevención social.

A partir de la concepción de los propios actores
sociales construiremos una visión de su forma de vida, su
cultura, cómo sobreviven y se adaptan al medio, una
aproximación desde la Antropología a la persona y a su medio
momentáneo, la cárcel, conociéndolos mejor
se facilitará la búsqueda de alternativas a la
prisión y de reclusión que se adecuen a las
características socio-culturales de las personas en
procura de su superación personal, y en concordancia con
los planes institucionales de la política penitenciaria y
criminal del estado costarricense, y de instituciones como la
Corte Suprema de Justicia , Adaptación Social, I.N.A ,
I.M.A.S, sector Vivienda, Iglesias, grupos de autoayuda de A-A
(Alcohólicos Anónimos), N-A (Nárcoticos
Anónimos) y otras tanto estatales como O.N.G. Que tienen
que ver con la prevención y el desarrollo
social.

Para entender la cotidianidad de la cárcel y
cómo son las estrategias de
sobrevivencia de las personas que la habitan, debemos de
reflexionar acerca del problema de la identidad de
los grupos humanos y cómo se construye y elabora como
identidad que da sentido a las prácticas cotidianas, en
medio de la serie de cambios que se van imponendo a los grupos
humanos en la solución de sus problemas de
subsistencia.

En todo grupo social existen una serie de referentes de
identificación que como comunidad le dan sentido a las
acciones
cotidianas.

Hay que tomar en cuenta los cambios sociales y
económicos que el proceso de modernización del
siglo XX , sobre todo a nivel de crisis en los valores
tradicionales de nuestras sociedades,
dentro de un proceso de "redefini-ciones culturales", en
donde emergen subculturas al estilo punk, rasta, homosexual
,cultura gay, delincuente, margina-

da, barreal, por eso es muy importante retomar estos
temas para comprender los:

"sincretismos que forman nuestra cultura" (Ulloa,
1992:118).

Tal y como lo planea Cisneros, debido a nuestra
plurietnicidad, todos los días establecemos vinculaciones
"multiculturales cotidianas", lo que ha regido la conducta
interactiva de las personas, grupos e instituciones; y que van a
consolidar una cultura, conceptuada al estilo de Margullis como
respuestas colectivas a las necesidades vitales. (Cisneros ,
1995: 46)

La identidad es tanto un proceso psicológico como
social, el aspecto individual se comprende a partir de la
relación que mantiene el individuo con
su medio social.

La identidad colectiva se da a partir de elementos
culturales compartidos en las relaciones sociales, estas
relaciones sociales se tejen en la cotidianidad de los
grupos:

"La vida cotidiana se desarrolla siempre con
relación al ambiente
inmediato"
(Heller, 1987:25), dentro del proceso
histórico, en la vida cotidiana se determinan nuevas
categorías, las cuales posteriormente o se conservan o al
menos se despliegan por algún tiempo.

La cotidianidad la podemos definir como : "el
conjunto de actividades que caracterizan la producción de los hombres particulares, los
cuales en la vida cotidiana, en las relaciones sociales
representadas en ella se tejen la identidad "
(Heller1987:32).

Es importante discutir y elaborar el concepto de
identidad en función de las relaciones sociales, pues es
en ellas que podemos percibir cómo las personas construyen
su identidad, Identidad que les permite reconocerse y permanecer
en un grupo, y a su vez, ser partícipes de las
prácticas culturales y procesos
colectivos que recrean su identidad y que los hace vivir su
cotidianidad de determinada manera, es a partir de la
cotidianidad de las personas que se construye y transforma la
identidad.

Existen en el medio carcelario de San Sebastián
una serie de respuestas colectivas a las necesidades que el
proceso particular demanda y que
se estructura en prácticas concretas que tienen que ver
con la organización de las actividades, la distribución de los espacios, recreando una
cotidianidad propia que repercute en la visión de los
privados de libertad y tienden a identificarlos con el medio para
subsistir. Es una cultura creada como una respuesta colectiva,
llena de elementos materiales y
símbólicos, organizativos, emotivos, que se
complementan con los propios de la cultura dominante.

La concepción fenomenológica es esencial
al definir la conducta
humana:

"lo que la gente dice y hace es producto de la
forma en que define su mundo".
La tarea del investigador
consiste en aprender ese proceso de interpretación, por lo que dentro del
Interaccionismo simbólico se da primordial importancia a
asignan al mundo que les rodea, para Blumer: "Las personas
actúan respecto de las cosas e incluso respecto de otras
personas, sobre la base de los significados que estos tienen para
ellas, los significados son productos sociales y surgen durante
la interacción… asignando significados a
situaciones, a otras personas, a las cosas y a sí mismas a
través de un proceso de interpretación; las
personas están constantemente interpretando y definiendo,
a medida que pasan por situaciones diferentes, de este modo las
personas actúan de forma diferente porque se hallan en
situaciones diferentes" (citado por Tylor y Bogdan,
1985:25)

La humanidad vive y se desarrolla en un ambiente
físico y social, de los que recibe estímulos
físicos y sociales, simbólicos, que se van
reproduciendo de acuerdo a cada subcultura, teniendo nuestra
subcultura de la cárcel una serie de referentes de
identidad que le son propios y que la conceptúan como
tal, sus ideas, concepción del mundo,
lenguaje, valores, entre otras características
socioculturales.

 

 

Edwin Naranjo Jiménez

Antropólogo Social

Especialaista en Criminología MJG

Partes: 1, 2
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